martes, 26 de diciembre de 2023

Terapia para adolescentes. ¿Necesitan terapia?

"La etapa de la adolescencia es tan necesaria para la vida como el agua o la comida". Anónimo.



La adolescencia es una fase crucial en el desarrollo humano, abarca la transición entre la infancia y la adultez. Durante este período acontecen cambios físicos, cognitivos, emocionales, sociales y físicos significativos.

Aunque en esta fase predomina la confusión y los cambios, no todos los adolescentes viven la adolescencia de la misma manera y la intensidad de estos cambios puede variar ampliamente.


¿Cuándo se necesita terapia?

Hay ocasiones en las que la adolescencia se vuelve una época difícil, tanto para el adolescente como para los padres, por lo que ofrecer apoyo emocional, fomentar la comunicación asertiva y proporcionar orientación durante este período puede ser fundamental para ayudarles a sobrellevar esta etapa de transición con éxito.

Si observas que tu hijo o hija se encuentra inmerso en una etapa compleja, lo mejor es que acuda a terapia lo antes posible, con el objetivo de dilucidar si los cambios son propios de la edad o está ocurriendo algo más grave.


¿En qué consiste la terapia para adolescentes?

Consiste en abordar los desafíos o las dificultades que preocupan tanto a los adolescentes como a los padres. Se trata de una terapia individual en la que puede ser beneficiosa la colaboración de los padres al principio o en algún momento del proceso terapéutico.

Los terapeutas trabajan para ayudar a los adolescentes a comprender y manejar sus emociones, fortalecer habilidades de afrontamiento, mejorar las relaciones interpersonales y desarrollar una identidad sólida.

El proceso terapéutico comienza con un análisis y una evaluación de la situación o el problema que genera malestar, angustia o desasosiego al adolescente, seguidamente, se lleva a cabo una intervención y se realiza un seguimiento para comprobar que el cambio se mantiene a lo largo del tiempo.

La terapia se adapta a las necesidades individuales de cada joven, utilizando enfoques basados en la evidencia y técnicas que sean efectivas para abordar sus preocupaciones específicas.


¿Cuál es el objetivo de la terapia dirigida a adolescentes?

La psicoterapia para adolescentes permite proporcionarles recursos o herramientas necesarias para hacer frente a cualquier situación adversa o dificultades que preocupan a la familia. Se pretende contribuir en el desarrollo emocional y psicológico del menor y en consecuencia, en el de la familia.



domingo, 1 de octubre de 2023

Miedo ¿Amigo o enemigo?

"El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro". Woody Allen.


Miedo


Prácticamente todos los seres humanos experimentamos miedo. Tememos ser rechazados por los demás y sufrimos pánico ante una enfermedad incurable; nos aterroriza pensar en la muerte y nos horroriza la soledad; nos asusta perder todo nuestro dinero e incluso el control sobre lo que hacemos.


Los profesionales de la psicología observamos estos y otros miedos en consulta. También vemos cómo muchas personas expresan su deseo de dejar de sentirlo, sin embargo, el miedo forma parte de nosotros y no podemos quitárnoslos de encima como si se tratase de una prenda de vestir.


Pero que no cunda el pánico, que no podamos dejar de tenerlo no significa que no podamos aprender a manejarlo o gestionarlo. Comencemos por conocerlo e identificarlo.


El miedo es una emoción básica y lo experimentamos ante un peligro real o imaginario que amenaza nuestra supervivencia. En este sentido, la función del miedo es aumentar las posibilidades de sobrevivir, teniendo así, un valor adaptativo al prepararnos para huir o para defendernos de una situación difícil. No obstante, tener miedo puede resultar disfuncional en muchas ocasiones. 


Podemos hablar entonces de dos tipos de miedo, del miedo adaptativo, que aparece cuando este nos avisa de una amenaza o peligro existente y nos prepara para actuar en consecuencia, por ejemplo, cuando un coche se acerca hacia nosotros a una velocidad considerable y nos apartamos corriendo. 


Por otro lado, del miedo desadaptativo, que acontece cuando no sabemos cómo afrontar una situación, existe un riesgo imaginario y afloran preocupaciones que pueden dar lugar a bloquearnos o tener una respuesta emocional desproporcionada. Un ejemplo de ello podría ser cuando vamos a hablar en público, en este momento no queremos quedar mal ante los demás y podemos paralizamos. En estas situaciones nuestra vida realmente no corre peligro y por lo tanto, no nos resulta tan útil experimentar temor.




Si alguna vez sientes que el miedo está ganando la partida en tu vida, recuerda, la psicología está aquí para echarte una mano.


Taller sobre el miedo - 26/10/2023



Referencias bibliográficas


Ruíz, A. (2023, Abril). El miedo: Qué es y cómo gestionarlo. Instituto Europeo de Psicología Positiva. Recuperado de https://www.iepp.es/miedo-beneficios/


Bisquerra, R. (2020). Universo de emociones. PalauGea Comunicación S.L.


UPAD Psicología y Coaching (2023, Enero). ¿Cuáles son los miedos más frecuentes que se ven en terapia?. Psicología y Mente. Obtenido de https://psicologiaymente.com/clinica/miedos-mas-frecuentes

domingo, 17 de septiembre de 2023

Consecuencias del estrés crónico

"El estrés es como la especia: en la proporción correcta realza el sabor de un plato. Muy poco produce una comida insípida y sosa; demasiada puede ahogarte". Donald Tubesing.



El estrés es un conjunto de procesos y respuestas inmunológicas, emocionales y neuroendocrinas que aparecen ante situaciones percibidas como amenazantes o desafiantes, y también, cuando estas situaciones superan nuestros propios recursos para hacerles frente. 

Este estado puede manifestarse con: el exceso de responsabilidades, la falta de tiempo, la pérdida de empleo, las relaciones familiares o los problemas de salud, por mencionar algunos desencadenantes.

Pero, a pesar de que no nos suele gustar experimentar estrés, lo cierto es que este nos puede ayudar a superar retos. Nos permite afrontar diversas tesituras y tiene como objetivo mantenernos a salvo. Nos ha sido muy útil a lo largo de nuestra evolución porque nos ha ayudado a enfrentarnos a diversos peligros y adaptarnos a diferentes circunstancias. Este tipo de estrés lo podemos calificar como positivo (eustrés), pues nos resulta funcional, es de intensidad leve o moderada y nos mantiene alerta, activos e implicados en cualquier tarea.

Nuestro cuerpo se adapta para afrontar situaciones adversas, aumentando la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción del corazón para correr o actuar rápido, incrementando la frecuencia respiratoria con el fin de conseguir más oxígeno para nuestros órganos, aumentando la dilatación pupilar para ver mejor y mejorando nuestra concentración, entre otras adaptaciones.

Llegados a este punto, resulta necesario hacer una distinción entre estrés agudo y crónico. El estrés agudo aparece cuando afrontamos un cambio abrupto en nuestra vida, como una enfermedad, un cambio de ciudad o un despido. En estos casos hay un estrés periódico, con fecha de principio y de fin, pues una vez atendidos estos factores el estrés desaparece. Sin embargo, cuando el estrés es crónico, se inician cambios que nos desequilibran y desajustan, dando lugar a consecuencias negativas. Aquí muestro algunos de los efectos del estrés crónico:

  • Problemas emocionales. El estrés mantenido puede provocar tristeza, depresión, irritabilidad, apatía o desilusión.
  • Dificultades cognitivas. La capacidad de tomar decisiones, pensar con claridad y recordar información puede verse afectada en este estado.
  • Problemas físicos. Se sabe que las personas con estrés crónico tienen más riesgo de padecer infarto de corazón, taquicardias e hipertensión. Igualmente, cuando estamos estresados, somos más propensos a resfriados e infecciones.
  • Problemas de sueño. El estrés puede interferir en la cantidad y calidad del sueño.
  • Desgaste profesional. En el ámbito laboral, puede llevar al agotamiento o al síndrome de burnout, produciendo falta de motivación y reducción de la productividad.
  • Cambios en el comportamiento. Cuando estamos estresados, solemos hacer menos actividad física, comer de manera desordenada, fumar o beber más.
  • Problemas en las relaciones. Se pueden ver afectadas las relaciones sociales y familiares, con tendencia al aislamiento social o comportamientos más agresivos y/o violentos.

Existen muchas pautas y estrategias que pueden ayudar a manejar y mejorar el estrés, y que se pueden aprender en terapia psicológica, como por ejemplo: técnicas de relajación, mindfulness habilidades sociales, gestión del tiempo, establecer límites personales o laborales, fomentar la resiliencia o la higiene del sueño entre otros aspectos.

Si padeces estrés, no sabes cómo manejarlo y observas que está afectando a tu área personal, laboral y/o social, no dudes en acudir a un profesional de la psicología, pues puede ayudarte al respecto.

Cabe recordar que es normal buscar ayuda cuando nos sentimos sobrepasados por el estrés y que en estos casos, resulta importante realizar una intervención temprana que pueda prevenir problemas de salud más graves a largo plazo.


Referencias bibliográficas

Abellán, J. (2023). Lo que tu corazón espera de ti. Descubre los 4 pilares para vivir en plena forma con una salud de hierro. Grijalbo.

Bisquerra, R. (2020). Universo de emociones. PalauGea Comunicación S.L.

Fernández-Prada, M. (2016). Evaluación psico-fisiológica del estrés, la salud percibida y los riesgos psicosociales en profesionales sanitarios. https://digibug.ugr.es/handle/10481/43834

Aroa, R. (2023, Abril). Tipos de estrés. Instituto Europeo de Psicología Positiva. Obtenido de https://www.iepp.es/tipos-de-estres/